Por allá, en la década de
los 90, en una de esas tantas noches calurosas que nunca faltan en la población
de Santa Cruz, a eso de la madrugada, Francisco y sus amigos están reunidos en la
urbanización y el lugar de siempre. Una vez más, hablando, echando chistes,
fumando cigarrillos y cantando.
Al rato y como de la nada,
aparece un sujeto preguntando que si tenían fuego para encender su cigarro. A
los muchachos no les agradó mucho la apariencia del hombre y como tampoco lo
conocían se lo sacudieron grotescamente. Este sin mediar palabras, se retiró y
ellos siguieron en lo suyo.
¿No les pareció como raro
ese tipo? –a los pocos segundos preguntó uno de los muchachos.
Y los demás respondieron en
forma afirmativa.
Cuando se voltean a detallar
al hombre en cuestión, resulta que iba “caminando” por la calle pero sin pies.
Iba como flotando, al llegar al final de la calle, el hombre desapareció. Es de
hacer notar, que era un calle sin salida y había un muro de bloques de unos dos
metros de alto.
Salvo por la abertura para
que saliera el agua por la cuneta, no había forma alguna de franquear la pared.
Irónicamente, el espanto o
fantasma, pasó frente a la casa de Francisco.
Eso no fue lo único extraño
que Francisco experimentó mientras vivió en esa población. Tuvo otras
experiencias no tan inocentes como esta.
P.D. 1: Santa Cruz es una
población del estado Aragua en Venezuela. Está a unos 13 kilómetros de Cagua y
a casi 19 kilómetros de Maracay, la capital del estado.
P.D. 2: El relato está basado
en un hecho real pero se le hicieron unos pequeños cambios para hacerlo más
llamativo. El nombre fue modificado.
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