sábado, 20 de diciembre de 2008

¿De qué tenemos fama los venezolanos?

No sólo somos una mezcla de etnias. Los habitantes de estas tierras conformamos también una paradójica combinación de caracteres. En este trabajo seis especialistas esbozan un retrato de ese “colorido” individuo criollo a partir de los calificativos con los que se suele identificarlo. Maritza Montero, doctora en psicología social; Laureano Márquez, humorista y politólogo; Oscar Yanes, periodista y cronista; Rubén Hernández, médico psiquiatra y sexólogo; Carlos Silva, psicólogo social, y Roberto Echeto, periodista, docente y productor radial, esbozan ese retrato de la personalidad criolla tan doloroso como reconfortante. Pablo Blanco

Hospitalarios y generosos Estas cualidades nos han caracterizado desde antaño. Relata Montero que “a principios del siglo XIX, personajes como Alexander von Humboldt decían que los venezolanos, a pesar de tener un origen humilde, atendían divinamente en sus casas. En el siglo XX se comenzó a decir que somos, también, generosos; vino la costumbre de la ‘ñapa'”. Silva agrega que “es usual en los habitantes del interior del país atender a sus huéspedes de una manera minuciosa y muy amable. Los citadinos son menos hospitalarios, pero siempre están dispuestos a decirte dónde quedan los lugares. No hay nada que nos guste más que dar una dirección”. Yanes utiliza un dicho para resumir estas ideas: “Somos los inventores de eso que reza que ‘tu mejor amigo es tu vecino’. Son famas que nos deben llenar de orgullo, lo que pasa es que no nos gusta reconocerlas porque creemos que se nos va a tildar de tontos”.

Humoristas De todo sacamos un chiste. Resalta Montero que “a finales del siglo XIX ya había una muestra representativa de este talento gracias a poetas como Francisco Antonio Delpino y Lamas y su ‘delpiniada’; ese humor popular que formaba parte de la protesta política es algo que ha existido en este país durante todos los gobiernos, incluyendo el actual”. Yanes agrega que “somos unos mamadores de gallo consumados. Es una virtud que ha crecido en los gobiernos más férreos y dictatoriales que ha tenido Venezuela. Quizás la heredamos de los andaluces”. Pese a las observaciones anteriores, Echeto tiene una opinión contraria al respecto: “Somos gozones que es muy distinto a ser humoristas. Nos reímos de todo, pero todavía no de nosotros mismos”. Laureano Márquez concluye, como “autoridad” en la materia, que “esta cualidad no ha podido ser eliminada a pesar del interés que existe en fomentar el odio”. De cualquier forma, el tema político no es la única materia para esta virtud de comediantes, reinan también los juegos del lenguaje para el doble sentido, con connotaciones sexuales, y los eternos lugares comunes: “Yo te conozco de atrás” es uno de los clásicos.

Creativos “Cuando no tenemos los recursos necesarios para resolver un problema lo hacemos con lo que tenemos a mano. En el fondo, el conocido personaje McGiver no es gringo sino venezolano”, bromea Silva. Montero señala que tenemos una extraordinaria capacidad para producir respuestas originales a los problemas. A lo que Echeto agrega que “basta ver esos ranchos de tres y cuatro pisos; hay que ser creativos para construir esas obras maestras de la ingeniería improvisada a las que sólo tumba un aguacero de cuatro o cinco días seguidos, como los que caen en nuestro bello país y que tumban también puentes construidos por ingenieros graduados en la universidad”. Un capítulo aparte merece nuestra creatividad lingüística; sólo en el área de salud se encuentran términos como: “quebranto”, “yeyo” y “soponcio”.

Buenos bailarines “Nos encanta una parranda y un picoteo y además bailamos de manera fantástica”, resalta Hernández. Ciertamente se ha transformado en una eterna costumbre eso de “saberse el pasito de moda”, que variará en las fiestas de acuerdo al ritmo que impere en las emisoras radiales. Aunque, obviamente, la salsa, el merengue y los tambores se nos dan de una manera natural. Un enlace matrimonial puede convertirse en todo un “duelo” de baile.

Revista Estampas Domingo, 21 mayo 2006.

No hay comentarios:

Publicar un comentario